El deporte siempre es tenido en cuenta como una de las bases inamovibles de una vida sana, y está claro que debe ser así, porque el ejercicio físico nos permite estar en forma, tener un cuerpo bien fibrado y atlético, mantener la resistencia, la fuerza y también la elasticidad, cualidades que nos servirán durante toda nuestra vida y nos permitirán llegar a una edad avanzada en un mejor estado de forma. El ejercicio físico es importantísimo para una vida sana, pero hay ocasiones en las que también puede llegar a ser perjudicial, especialmente cuando se realiza de forma profesional, más intensa y con entrenamientos mucho más duros físicamente, que luego pasan factura.
No es de extrañar que, a la hora de retirarse con apenas 40 años en la mayoría de los casos, los deportistas profesionales sigan sufriendo las secuelas de las lesiones o de la propia actividad física llevada al límite durante todos sus años de profesionales. Varios estudios han desvelado que el estado físico general de un deportista de élite puede llegar a ser peor en una edad avanzada que el de una persona que simplemente se ha cuidado y ha hecho ejercicio de forma normal. De hecho, en los últimos meses se habla mucho de la relación entre las enfermedades cerebrales y ciertos deportes como el boxeo, el fútbol o el rugby, intensos y de contacto, en el que la cabeza juega un papel primordial. Los resultados de algunos estudios han sido muy llamativos a este respecto.
Jeff Astle, del West Bromwich Albion, fallecido con 59 años el origen del estudio
Nacido en 1942, Jeff Astle se convirtió en la década de los 60 y los 70 en un auténtico ídolo para el equipo en el que paso buena parte de su vida, el West Bromwich Albion, gracias a su imponente estatura y a su capacidad goleadora. El delantero llegó a ser uno de los mejores cabeceadores de su país en aquellos tiempos y logró cinco campeonatos con su equipo antes de retirarse. Tiempo después, a finales de los 90, se le detectó un problema cerebral que le llevaría a la muerte en 2002, con apenas 59 años. Lo curioso es que el problema que sufría Astle solía ser común en boxeadores, pero no tanto en futbolistas. Aquel caso, sin embargo, provocó un efecto llamada en el mundo del fútbol y fueron muchos los familiares de otros deportistas que también se interesaron por esta relación.
De hecho, la hija de Astle recibió peticiones de muchísimos familiares de exjugadores que alertaban de que el caso de su padre no era único, ni mucho menos. Futbolistas de todas las épocas y edades habían sufrido graves secuelas cerebrales, desde daños físicos importantes a enfermedades y problemas mentales como el Alzheimer o la demencia. El caso de Alan Shearer, uno de los mejores goleadores de la historia de Inglaterra, ha sido paradigmático. El delantero aseguró que sufre problemas de demencia y memoria y los achacó en buena parte a su especialidad como goleador, los cabezazos. El propio Shearer puso en duda si el fútbol era un deporte realmente seguro al medio y largo plazo.
La encefalopatía traumática crónica que pueden padecer los futbolistas
Tras este nombre casi interminable e impronunciable se oculta una de las enfermedades más habituales que puede sufrir un deportista. Se trata, ni más ni menos, que el daño degenerativo del cerebro provocado normalmente por traumatismos reiterados. En este sentido, cuando pensamos en traumatismos nos imaginamos golpes muy fuertes, como los que se pueden producir en el rugby, por ejemplo, o incluso en el boxeo, donde muchos deportistas acaban literalmente KO por culpa de este tipo de golpes directos al cráneo. Sin embargo, parece que los futbolistas también pueden sufrir este tipo de problemas, derivados eso sí de los cabezazo, que tal vez no sean tan duros, pero si son mucho más comunes y reiterativos en este deporte.
Un jugador de campo debe estar preparado para cabecear cualquier balón en cualquier situación, ya sea una disputa por el mismo tras un saque largo de puerta, un despeje por parte de los centrales o incluso una forma de rematar a puerta. Los centrales y especialmente los delanteros son los que más “abusan” de esta técnica en su juego. De hecho, los casos que hemos puesto anteriormente, los de Shearer y Astler, tienen en común que ambos son grandes delanteros cabeceadores. Si nos remontamos un poco más encontramos casos parecidos en gente como Puskas, otro gran ídolo futbolístico que también tuvo que acarrear problemas cerebrales, posiblemente por culpa de actividad deportiva.
Cinco veces más riesgo de padecer Alzheimer
El alzheimer sigue siendo hoy en día una de las enfermedades más devastadores, por todo lo que provoca en nuestro cerebro y en nuestra mente, desbaratando nuestra memoria y haciendo que nuestros recuerdos se esfumen. Se sigue estudiando muchísimo sobre su posible origen para poder encontrar también una solución al problema, pero por desgracia para que estamos todavía muy lejos de ese momento. Algunos apuntan a que es una enfermedad hereditaria y otros piensan que tienen que ver con el abuso de alcohol y drogas. Sin embargo, también se han descubierto indicios claros de que la degeneración cerebral puede acarrear igualmente este tipo de enfermedades.
La Universidad de Glasgow realizó recientemente un estudio, por encargo de la Federación Inglesa de Fútbol, para estimar qué tipo de relación podía haber entre los futbolistas profesionales y las enfermedades cerebrales. Uno de los resultados más sorprendentes que ha dejado este estudio es que los futbolistas están muy expuestos a este tipo de enfermedades, teniendo tres veces más posibilidades de morir por daño degenerativo, y cinco veces más riesgos de padecer Alzheimer. En un deportista profesional, que lleva su cuerpo físico al límite en todo momento, esto puede sonar muy raro… hasta que nos fijamos en la relación de todo esto con los remates de cabeza.
Alan Shearer, los daños cerebrales que le provocó el fútbol
Ya apuntamos antes también el caso de Alan Shearer, mítico delantero del Newcastle, de la selección inglesa, y a día de hoy todavía el máximo goleador histórico de la Premier League. Shearer vivió una gran época de esplendor con sus equipo sobre todo a finales de los 90 y principios de los 2000. Tras retirarse, el jugador comenzó a sufrir problemas de memoria y fuertes dolores de cabeza, lo que le hizo realizarse diversas pruebas. Los resultados fueron concluyentes: padecía daños cerebrales importantes que incluso podían acarrearle enfermedades mentales como la demencia.
Se da el caso de que Shearer marco un 20% de sus goles de cabeza, todo un hito que demuestra lo buen cabeceador que era. El propio delantero aseguraba en su libro de memorias que seguramente aquello le ha provocado los daños que tiene actualmente en el cerebro, puesto que no solo eran los partidos, sino también los entrenamientos, donde se llevaba horas rematando de cabeza, con todo lo que eso supone. El caso de Shearer se ha convertido en uno de los más mediáticos porque el propio delantero inglés ha querido poner el punto de atención sobre los riesgos no solo físicos sino también cerebrales y mentales que puede sufrir un futbolista de élite.